Deliberación y enjuiciamiento en el contexto del humanismo mexicano
José Antonio Robledo y Meza
Todo lo que se discute se reduce a tres cuestiones: Si existe la cosa, qué es la cosa y cómo es la cosa. Cicerón (El Orador, 14,45.)
Esta colaboración trata de un caso de deliberación y enjuiciamiento en el contexto del “humanismo mexicano”. ¿Qué se afirma o se niega cuando de él se habla? Por extraño que parezca no pretendo responder de manera categórica esta interrogante. Lo que sí voy hacer y con esto aportar algo al debate, es establecer una serie de requisitos que lo hagan fructífero y que permita en el futuro tener una mejor respuesta. Estos requisitos son importantes porque cuando no establecemos adecuadamente los límites del acuerdo o la disconformidad, resulta un guirigay en el que nadie se entiende porque cada uno trata sobre cosas diferentes. En este marco cerraremos esta colaboración con la deliberación y enjuiciamiento a tres personajes públicos: el secretario de organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal y el titular de la SEP, y exdirigente del partido, Mario Delgado, con el fin de delimitar responsabilidades.
La anunciación
El día 24 de noviembre de 2022 en la mañanera el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunciaba que en el mensaje después de la marcha del 27 de noviembre iba a “definir qué nos inspira, de dónde venimos, lo que hemos hecho. Insistía que después de la marcha “va a haber una definición sobre el modelo en lo político, en lo económico, en lo social.” Como lo había enunciado, el 27 de noviembre el presidente de México convocó a debatir su propuesta de llamar al modelo de gobierno que está aplicando como “humanismo mexicano”. Argumentaba que “la política es, entre otras cosas, pensamiento y acción; y aun cuando lo fundamental son los hechos, no deja de importar cómo definir, en el terreno teórico, el modelo de gobierno que estamos aplicando” y propuso en llamar al modelo de gobierno “humanismo mexicano”. El por qué llamarlo así -exponía López Obrador- radica en la necesidad de “buscar un distintivo” que considere y conjunte la universalidad del humanismo porque “nada humano nos es ajeno” y porque “lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.
¿Cómo delimitamos la cuestión?
<Aunque pudiera parecer que las posibilidades de controversia en torno al humanismo mexicano son infinitas, todas las cuestiones se reducen a tres variedades porque únicamente son tres las dudas o cosas dudosas sobre las que podemos discutir:
a) El humanismo mexicano existe o no. En nuestro caso debemos probar que existe el fenómeno histórico llamado humanismo mexicano.
b) En qué consiste, esto es, qué referente le corresponde a lo mencionado: humanismo mexicano.
c) Si nos parece bien o mal definido lo que conocemos como humanismo mexicano.
Vayamos por partes. En la primera alternativa, la que hemos colocado en el inciso a) se discute sobre si el humanismo mexicano existe o no. Respondemos que existe en cuanto el presidente Andrés López Obrador convocó, el 27 de noviembre de 2022, a debatir en torno a su propuesta de llamar al modelo de gobierno que está aplicando como “humanismo mexicano”. En torno a esta cuestión surgen otras interrogantes: si lo que se conoce como humanismo mexicano es posible identificarlo como humanismo a secas y posteriormente establecer sus diferencias frente a otros humanismos; si es así que elementos del humanismo clásico, adoptó el humanismo mexicano, ¿cuáles son sus fuentes?, ¿de qué manera se adaptaron estas fuentes a las circunstancias mexicanas? A este tipo de cuestiones se les suele llamar de hechos o conjeturales.
b) aceptando que el humanismo mexicano existe es necesario establecer en qué consiste. El mismo López Obrador señaló, el mismo día 27 de 2022, propuso en llamar al modelo de su gobierno “humanismo mexicano”, es así que por humanismo mexicano se refería al modelo que, en lo político, en lo económico, en lo social se estaba aplicando en su gobierno. El por qué llamarlo así -exponía López Obrador- radica en la necesidad de “buscar un distintivo” que considere y conjunte la universalidad del humanismo porque “nada humano nos es ajeno” y porque “lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.
López Obrador señaló, en aquella ocasión, que era importante tomar en consideración que la política es, entre otras cosas, pensamiento y acción; y aun cuando lo fundamental son los hechos, no son menos importantes las definiciones en el terreno teórico; por lo que es importante debatir que es un modelo de gobierno basado en el humanismo. Llamar a México una sociedad humanista (además de crítica, democrática y popular) responde a la necesidad de dotar de un distintivo a la Cuarta Trasformación. Vamos a detenernos en un debate coyuntural.
Un debate que suscite acciones.
El debate en torno al humanismo mexicano debe responder a tres cuestiones de acción: ¿hay que hacer algo?, ¿Qué es lo que habría que hacer? y ¿Cómo conseguirlo? Estamos hablando de cuestiones de acción. Aquí ocurre también que los debates imaginables pueden ser infinitos, pero sus variedades se reducen sustancialmente a dos: la deliberación (¿qué hacer?) y el enjuiciamiento (¿quién es el responsable?).
En la deliberación es necesario ocuparnos del futuro, no para vaticinarlo o predecirlo, como corresponde a una cuestión puramente conjetural, sino para escoger cómo conviene actuar. En torno a esto tanto Andrés Manuel López Obrador, como Claudia Sheinbaum Pardo y Luisa María Alcalde (dirigente nacional de Morena), han señalado que los militantes y representantes del partido deben actuar con austeridad y congruencia, actuar con el ejemplo y vivir en la justa medianía, sin lujos. Todas y todos los dirigentes de Morena y los representantes populares de Morena deben actuar siempre con el ejemplo. Y eso significa adoptar en la vida cotidiana, pública y privada, las máximas juaristas que son dos: una, vivir en la justa medianía, y dos, entender que el poder es humildad”.
En el enjuiciamiento es necesario que escuchemos discutir sobre los conceptos involucrados y sobre las personas involucradas luego de la difusión de imágenes del secretario de organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán en Japón; el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, en España; y el titular de la SEP, y exdirigente del partido, Mario Delgado, en Portugal; para delimitar responsabilidades, es necesario tocar cuestiones conjeturales (¿intervinieron de la manera señalada o no?), de nombre (¿imprudencia temeraria o reclamo justo?), y de valoración (¿hicieron bien, hicieron mal), para concluir con una deliberación (¿merecen un reconocimiento o una llamada de atención?).
Bien se ve que tanto la deliberación como el enjuiciamiento son debates mixtos que pueden albergar discrepancias múltiples. ¿Qué hicieron los personajes en cuestión? ¿Cómo llamaremos lo que hicieron? ¿Qué juicio nos merece? ¿Qué procede hacer con ellos? ¿Quién debe hacerlo y dónde, cuándo, cómo...?
Todas estas cuestiones, y algunas más, rondan (y embrollan) el asunto planteado. Es obvio que en este momento no se pueden discutir todas estas cuestiones y es por ello que los interesados deben exponer sus argumentos para esclarecer las cuestiones formuladas. Nosotros deliberaremos y enjuiciaremos en una futura colaboración.