La Derelitta


José Antonio Robledo y Meza



Permítanme ponerme el traje de cazador para leer algunos rastros encontrados por aquí, allá y acullá. Juntar rastros permite contar historias donde es fundamental descifrar, interpretar, conjeturar. Comencemos con la primera huella, un cuadro conocido como La Derelitta (La desamparada).


Este cuadro fue realizado cerca de 1475 y hoy día se encuentra en Roma -la Galería Aurora, del Palacio Pallavicini Rospigliosi-. En el cuadro tenemos una figura que llora ante una puerta cerrada. La pintura es de tamaño pequeño (43 x 47 cm) y fue comprada en 1816 por el príncipe Giuseppe Ruspigliosi. Los vendedores, la familia Amigoli de Florencia, llamaban a la obra Rea Silvia, porque suponían que representaba a la heroína de la mitología romana, y atribuían la autoría a Masaccio el fugaz genio prerrenacentista al que Miguel Ángel y Leonardo consideraban maestro. Como hemos dicho la obra permanece desde 1816 en el sector privado del palacio Pallavicini de Roma y ha sido expuesta en una sola ocasión -los días 24, 25 y 26 de junio del 2005-, por iniciativa de la Asociación de Residencias Históricas Italianas; los Pallavicini abrieron al público las puertas de su casa y exhibieron, por primera y quizá última vez, su pieza más preciosa.


A finales del siglo XIX, Adolfo Venturi examinó la pintura, dictaminó que había sido trazada por el pincel de Sandro Botticelli y la rebautizó como La Derelitta. Hoy sabemos que no acertó ni en el autor ni en el tema pero que si lo hizo en el origen: el taller de Botticelli, en torno a 1475. De esta manera, Venturi dio el primer paso hacia la verdad, más interesante y compleja que cualquier mito y descubierta hace pocos años.


¿Es hombre o mujer la figura que aparece en el cuadro?

La identidad de la misteriosa figura que se cubre el rostro empezó a desvelarse cuando:


a) hacia 1910 la crítica moderna relacionó el cuadro con otros cinco, colgados en la National Gallery de Ottawa, el Museo Condé de Chantilly, el Museo Horne de Florencia, la Galería Liechtenstein de Viena y en la colección del Conde de Vogue de París.


b) Los cinco representaban escenas bíblicas del Libro de Ester y La Derelitta formaba parte de la serie. La supuesta desamparada tenía que ser, en ese caso, un hombre, Mardoqueo, el judío babilonio que al saber que Artajerjes había ordenado el exterminio de los hebreos, se desgarró las vestiduras y, “dando fuertes, dolorosos gemidos, llegó hasta la puerta del rey”. La serie sobre el Libro de Ester era atribuida al “taller de Botticelli”. El estudio de las pinceladas permitía detectar el trabajo de varias manos, entre ellas la del propio Botticelli. Pero el cuadro de los Pallavicini contenía una pista definitiva, descubierta gracias al estudio de las ropas de Mardoqueo.


La clave se halla en

1) Las ropas tendidas sobre el suelo, cuyos pliegues encubrían las iniciales F. L. La prenda de la izquierda escondía un signo gráfico que combinaba una F y una L, a la manera de la L y la V unidas con que firmaba Leonardo da Vinci. En la de la derecha, el signo de la F y la L era distinto y más obvio. Ahí estaba la firma: Filippino Lippi, pintor florentino, alumno de Botticelli.


2) La verdad última había que buscarla, según Enrico Guidoni, en una vieja pasión sacrílega, la que en 1456 empujó a Fray Filippo Lippi a raptar a sor Lucrezia Buti, monja en el convento de Santa Margarita de Prato. De tal unión nació Filippino.


3) Y en la vergüenza de un muchacho.


Federico Zeri, en su catálogo de la colección de los Pallavicini (1959), consideró que Filippino sólo había tenido un papel destacado en La Derelitta, no en el resto de la serie, y buscó el sentido de la extraña composición en una alegoría: la Iglesia se humillaba a las puertas del palacio de Jesucristo. Otros críticos, como Antonio Paolucci, siguen sosteniendo que el trabajo principal lo ejecutó Botticelli y que Filippino sólo colaboró como alumno. Entonces, ¿por qué Botticelli permitió que Filippino ocultara en el cuadro sus iniciales? Fuera el maestro o fuera el alumno quien pintó la figura que llora, resultaba claro que para Filippino aquel cuadro tenía una especial importancia. Así pues, y por lo dicho La Derelitta, en realidad no representa a Rea Silvia ni a ninguna mujer desamparada.


El hombre que llora.

Enrico Guidoni cree haber dado con la solución definitiva del enigma. Cuando Filippino trabajó en La Derelitta tenía unos 15 años, empezaba a conocer la vida social y sufría el peso de su origen. El hombre humillado que llora porque no puede entrar en palacio, dice Guidoni, es el propio Filippino Lippi.


Como hemos dicho, el joven Filippino era hijo de fray Filippo Lippi y de sor Lucrezia Buti. El rapto de la monja por el monje, en 1456, había causado sensación en la Florencia de la época, y el arreglo del papa Pío II, que cinco años después les liberó de los votos, no hizo olvidar el escándalo. Filippino lo sabía y Botticelli lo sabía. De ahí que el maestro cediera protagonismo al alumno, quien se sentía representado en aquella figura socialmente rechazada.


Para finalizar esta entrega lo que hemos ilustrado aquí es el uso de la prueba por indicios. Esta prueba resulta del concurso de varios hechos que sugieren la existencia de un tercero, que es el que se pretende averiguar. Sólo cuando son numerosos, coincidentes y relevantes para la conclusión pueden constituir prueba. Y eso es lo que hemos hecho: probar que el autor de La Derelitta fue Filippino Lippi.